Lavandera cantora
Alguien cantaba bajo la ventana. Winston se asomó por detrás de los visillos. El sol de
junio estaba aún muy alto y en el patio central una monstruosa mujer sólida como una
columna normanda, con antebrazos de un color moreno rojizo, y un delantal atado a la
cintura, iba y venía continuamente desde el barreño donde tenía la ropa lavada hasta el
fregadero, colgando cada vez unos pañitos cuadrados que Winston reconoció como
pañales. Cuando la boca de la mujer no estaba impedida por pinzas para tender, cantaba
con poderosa voz de contralto...
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