sábado, 29 de enero de 2022

Robin Hood - Versión de Howard Pyle

Cuando hay diversión gratis, resulta muy fácil amar al que invita

Al oír esto, todos se daban codazos, diciendo «sube tú, Ned» o «sube tú, Thomas», pero ninguno se atrevía a arriesgar la integridad de su cráneo.

Y entonces oyó a lo lejos, muy débiles y distantes, las vibrantes notas de un cuerno de caza. A pesar de que el sonido era muy débil, su efecto fue como el de una piedrecita arrojada a un estanque de aguas tranquilas, y rompió la impecable superficie de la mente del Pequeño John, hasta llegar a trastornarlo por completo. Fue como si su espíritu despertara de un prolongado letargo y le devolviera de golpe todos los recuerdos de la alegre vida en los bosques, donde los pájaros estarían cantando alegremente a la primavera y donde sus antiguos compañeros estarían sin duda divirtiéndose y preparando una fiesta, quizá hablando de él en voz baja; porque cuando entró al servicio del sheriff lo hizo por gastar una broma; pero se estaba muy calentito allí durante el invierno, y la comida era abundante, y allí se fue quedando, aplazando de un día para otro el regreso a Sherwood, hasta que hubieron transcurrido seis largos meses.

Encontró un pastel de carne de gamo y dos capones asados, una bandeja de huevos de chorlito, una botella de jerez y otra de amontillado; una visión paradisíaca para sus ojos hambrientos.

...el cocinero no se había quedado atrás y estaba ya partiendo trozos de pastel con las manos. Durante un buen rato, ninguno de los dos pronunció una sola palabra, utilizando la boca para fines más meritorios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario