C.S.Lewis. Más allá del Planeta Silencioso (Ransom 1)
— Es ventriloquia — replicó Weston —. Es común entre los pueblos salvajes.
El brujo o hechicero finge caer en un trance y lo practica. Lo que hay
que hacer es identificar al hechicero y dirigirle a él las respuestas, no importa
de dónde parezca venir la voz; eso lo desarma, lo pone nervioso y muestra a
todos que uno ha podido ver a través de él. ¿Ves a alguno de estos brutos
en trance? ¡Ah! Creo que ya sé quién es.
Fue necesario reconocer que Weston tenía admirables poderes de observación:
eligió al único ser del grupo que no asumía una actitud de reverencia y atención completas. Era un jross anciano, sentado en cuclillas a poca distancia,
y que permanecía con los ojos cerrados. Avanzando hacia él en actitud
desafiante, Weston exclamó a toda voz (su conocimiento del idioma era
muy elemental):
— ¿Por qué nos han quitado nuestros pum pums? Nosotros muy enojados.
Nosotros no tener miedo.
Según la hipótesis de Weston, su acción debió haber surtido un gran efecto,
pero, lamentablemente para él, ninguno de los presentes compartía su teoría
sobre la reacción del anciano. Ese viejo jross, bien conocido por todos, incluso
por Ransom, no había venido con la procesión fúnebre. Había estado
allí desde el amanecer y, aunque distaba mucho de querer faltarle el respeto
a Oyarsa, había sucumbido desde hacía un buen rato a las debilidades que
hacen presa de los jnau de todas las especies cuando llevan muchos años a
sus espaldas, y en esos momentos estaba gozando de una inesperada, pero
no menos agradable, siestecita. Uno de sus bigotes se retorció un poco
mientras Weston le gritaba tan cerca, pero los ojos siguieron cerrados.
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